El Vacío, en mayúscula porque lo que siento es un hueco…, el de la rutina que nunca existió; el de la ausencia, aunque no estabas, pero sí estabas. En las conversaciones diarias, en las bromas, en la complicidad.
Cuando pienso en seguir, siento que es fácil, no, no me voy a morir, pero siento tristeza. Tristeza de que no hay más que se pueda hacer y toca aceptar. Aceptar suena como un verbo fácil y en realidad es difícil de accionar. Aceptar es rendirse a la impotencia, al dolor; negar la naturaleza humana de ir a la búsqueda de las verdades, las soluciones. Aceptar encierra el todo en no hacer nada.