martes, 24 de septiembre de 2024

Los puntos solamente se pueden conectar hacia atrás

 Algunas veces siento que floto en mi presente.

Días como hoy, me levanto con un poco de ansiedad por la cantidad de cosas que quiero hacer, pero al mismo tiempo, agradecida por ello.

Hace unos años, no podía pensar, solo sentir. Mis emociones me consumían, y no había espacio para nada más. Observo con compasión a esa mujer que se transformaba sin saberlo. Después de que mis hijos quedaron viviendo con su papá, tuve días muy buenos y otros muy malos, como era de esperarse. Sin embargo, cuando miro el camino recorrido, siento gratitud y, sí, mucho orgullo.

Pienso en aquellas noches interminables de llantos desconsolados, dominada por el miedo, preguntándome cómo estarían ellos, sin poder contactarlos. Los imaginaba acostados, y me preguntaba qué pensarían, por qué su mamá ya no estaba, por qué se había ido.

Hoy, seis años después de esos días eternos, me observo a mí misma y los observo a ellos, y siento un profundo orgullo por lo que hemos logrado juntos. Mis hijos son niños muy valientes. Hemos caminado juntos por un sendero incierto, uno que nos mantenía separados físicamente, pero que fortaleció nuestra conexión de una manera que va más allá de lo comprensible.

La única forma en que he logrado entender mi presente es revisando mi pasado. No sé si sea la única forma, ni si existan otras maneras de encontrar paz en medio de una experiencia tan desafiante como no vivir con tus hijos menores de siete años. Pero sé que esta fue la que me funcionó.

Revisé, con obsesión (esa parte les recomiendo que no sigan), cada decisión que había tomado, buscando entender mis aciertos y mis oportunidades para mejorar. Me preguntaba cómo actuar la próxima vez. Reconozco que era agotador vivir de esa manera. Afortunadamente, con la ayuda de mi analista, he aprendido nuevas formas de relacionarme con la realidad. Aunque aún mantengo la costumbre de revisarme constantemente, de seguir hilvanando todo lo que me ha traído a este presente maravilloso que hoy disfruto.

Libre, en calma, escribiendo, leyendo, creando, soñando, disfrutando, viviendo.

No creo que se pueda construir un presente sólido sin revisar el pasado, sin entender nuestras decisiones, las circunstancias en las que las tomamos, los recursos con los que contábamos. A veces me pregunto si esto es una forma de "medir" nuestra vida, porque lo que no se mide, no se mejora.

No podemos conectar los puntos mirando hacia adelante, porque el futuro no existe; lo creamos día a día. El éxito es la suma de pequeños esfuerzos repetidos cotidianamente. De igual manera, podemos mirar hacia atrás y conectar los puntos que han creado este presente, incluso si no nos gusta del todo; y así, corregir, ajustar y replantear para el futuro.

Por lo que fue, es y será: gracias.

martes, 17 de septiembre de 2024

Un país de paz

Escribo esta entrada la semana en que se celebra el día de la independencia acá en mi país, Costa Rica. Pensaba en lo mucho que me gusta la festividad: las bandas, las escoltas (nunca fui parte de una, je)... esa sensación de celebración. También me puso a pensar en las veces que, estando fuera del país, he visitado museos militares... los museos son mi actividad favorita cuando visito países... me encanta conocer de la historia, es una inclinación natural. 

Cuando estuve en Honolulu, fui al Memorial de Pearl Harbor. Para una costarricense que no había estado en lugares donde se conmemoraran muertes (muy tica promedio de mi parte), porque bueno, eso es lo que es para mí: un lugar dónde la gente va a que le cuenten la historia de una guerra. Para mí fue impactante ver el barco, o tanquero, ni siquiera sabría con exactitud qué es, hundido y que me contaran lo que pasó. Que hubiera gente ahí todavía, porque lo mejor fue no sacarlos. Después durante ese mismo viaje, estuve en el World Trade Center (nos movimos de Honolulu a Nueva York). Lo que es el hoy National September 11 Memorial & Museum no existía aún y lo que había era un área en construcción. Me impresionó mucho el nivel de honor con el que esas historias son contadas. En Antonellitalandia, esas historias dan miedo. En mi país no hay ejército desde 1948. Más de 40 años hacía que lo habían abolido para cuando yo nací. 

También pensé en mi primera visita a Nicaragua. Recuerdo caminar por el parque Luis Alfonso Velásquez Flores y ver un tanque del ejercito transitando despacito por la calle ancha de Managua. Caminaba con una amiga que, ante mi asombro, me dice: "acá es así...", porque le dije que porqué estaba el tanque afuera "en la vía púbica"; "así es como nos recuerdan quién manda".

Y pienso en los policías de mi país, una profesión tan ninguneada... entre ellos se tratan con honor, pero la gente no los respeta, o al menos eso pienso Yo. 

Pienso en los presidentes de este terruño, caminando por los pasillos de un súper mercado, como cualquier hijo de vecino. Son cosas de las que me enorgullezco, pero que también sé que limitan mi entendimiento de la realidad imperante a nivel mundial, en esta era con tantas guerras por todo lado: Palestina, Congo, Sudán y un montón más de conflictos armados que no llaman tanto la atención, excepto por el de Palestina, y que tienen que ver con las libertades de los pueblos. 

Gracias porque, a pesar de todo y siendo mujer, camino en paz por las calles. Asisto a traspasos de poderes en parques abiertos, puedo estar sentada viendo la toma de posesión de un presidente... un cambio de gobierno. 

Mi ACAB ser me dice que ojalá no tuviéramos que celebrar la independencia y que simplemente fueramos libres y ya. Pero bueno, es lo que es. 

Vivan siempre el trabajo y la paz!

martes, 10 de septiembre de 2024

Les niñes

Hoy se celebra en Costa Rica el día de la niñez. Ya no queremos decir día de los niños, porque lo que no se nombra, no existe. 

Revisé durante el día mis fotos de niña y recordaba tantas cosas. Hay dos fotos que son muy importantes para mí... son las niñas que yo he trabajado durante estos años de terapia. 

La niña de dos añitos... en esa foto estamos celebrando mi primer cumpleaños. Recuerdo todo de ese día. A mis belitos, mis tías... la casa en llorente de tibás... el queque, a mis papás... todo lo recuerdo. Recuerdo sentirme querida, pero asustada... ya pasaban muchas cosas entre mis papás en esa época.., y yo estaba solita con ellos. Esto último es más que nada acerca de que la atención mía no tenía distracciones, éramos ellos y yo. Mi sonrisa de ese día lo dice todo: recuerdo la sensación de sentirme amada... estaba feliz. 


La siguiente foto soy yo en el piso, con el dedo pulgar en la boca, porque sí... Yo chupaba dedo jeje. En esa foto se ve una niña molesta... veo la pijamita y la recuerdo perfectamente... recuerdo la sensación de ese material sobre la planta de mis pies y lo mucho que me gustaba caminar y escuchar el sonido que hacía. Estoy recostada contra la pared, molesta... estoy usando mucho la palabra "recuerdo", pero es que los recuerdos inundan mi cabeza de imágenes y mi cuerpo de sensaciones. Estaba tan brava ese día... hay una siguiente foto en donde se ve mi hermana Nella de un añito, hincada a mi lado, muerta de risa... ella me estaba "mortificando" decía mi mamá en esa época... recuerdo que quería seguir durmiendo, y que ella no me dejaba... recuerdo llorar porque no me la quitaban de encima... 


Hay gente que me ve con incredulidad cuando hablo de lo mucho que recuerdo de mi infancia muy temprana... pero no sé de qué manera explicar que es algo en lo que no me tengo que esforzar, yo simplemente lo recuerdo. A mi niña la recuerdo con una mezcla de melancolía y tristeza. Yo era la niña brabucona, enojona de la clase. Con pocos amigos, siempre la profe me tenía que asignar a los trabajos grupales porque quedaba sola. No es victimizarme, pero es que yo era la hija mayor de un matrimonio compuesto por un padre que dice nunca haber sido alcohólico... pero nunca dejaba de tomar. Definirlo como un alcohólico fue lo que me ayudó a darle sentido a esa época de mi vida... "no tenía control sobre su deseo de tomar licor". Él me diría, años después, que siempre supo lo que hacía y que tomaba porque quería... eso no era mejor, era peor. Lo hacía porque sí... aunque sufriéramos mucho en el proceso, yo al menos. Recuerdo ir al cuarto de él y poner un dedito en su nariz, si no lo oía roncar, para asegurarme de que estaba vivo... vivía con un miedo perpetuo de que un día se muriera; y por una madre que estaba sometida, subordinada... no victimizo a ma, sé que ella ha elegido siempre su matrimonio, no importa lo mal marido que fuera mi papá... me ha tocado respetar sus desiciones, aunque como adulta no las comparta... mi niña, pues no tenía opción... estaba indefensa ante aquella dinámica relacional, no tenía escapatoria. 

Todo esto hizo que hiciera torpes esfuerzos de honrar las niñeces de mis hijos. Digo torpes porque la que estaba maternando era la niña, desde el enojo, el abandono... no era la adulta sanada, era la niña herida. Vivía subsanando mi sensación de que mis padres no me elegían, si no que elegían cualquier cosa antes de darnos un hogar estable y sano a mí y a mis hermanos. La sensación de que merecía el esfuerzo de alguno de ellos de hacer lo correcto. No creo que haya hecho un trabajo encomiable. Por el contrario, lo encuentro deficiente... pero fue lo mejor que pude hacer con mi historia de vida y saquito de herramientas a cuestas. 

Los veo, a los tres, y veo lo más grandioso que pude hacer en mi vida. Nada supera sus vidas, no importa qué. Es un amor que me enraizó, que me hizo tierra y que desató en mí, con cada nacimiento, una etapa distinta de sanación por la que me encuentro profundamente agradecida... no puedo sentir más que eso en mi alma cuando observo el camino que he caminado con cada uno de ellos, mis niños amados. 

Hoy quiero dar gracias por sus vidas, que tanto han transformado la mía. Por esas miradas inocentes, de amor y adoración que me dieron en su momento. Sus historias tiernas, llenas de fantasía cuando me hablaban de sus sueños y deseos... Sus abrazos tiernos cuando colechabamos, las olfateadas que les pegaba... ver en sus caras la mía... esos corazones desbordantes de amor por mí sin yo sentirme merecedora de él... Gracias, mis amades, por tanto amor incondicional. Espero haber honrado su admiración por mí y que de alguna manera, en este camino que es ser madre, pero que también es de ser hijes, hayan podido dar rienda suelta a su imaginación y tener un remanso de paz en medio de la vida que elegimos les tres para vivir juntes en esta encarnación. 

Los amo con todo lo que fui, soy y seré porque son de mí ustedes tres... gracias por tanto y por todo.

Vivan les niñes... vivan les niñes... que siempre tengan ganas de jugar <3