martes, 27 de agosto de 2024

Control

 Hoy a las 7:30 am me sentía ganadora. A pesar de tener el día libre, tenía planeadas un sin fin de actividades que pensaba tener listas a las 11 am. Primero iba a ir a la Clínica de mi casa para pedir una cita porque me solicitaron una epicrisis de mi diagnóstico de Dorsalgia en la oficina que estoy trabajando ahora. La que tengo es de abril de 2020. Entonces me fui de madrugada a hacer la fila porque, en Antonellitalandia, pues tenía que volver a pasar por todo el proceso de valoración del médico... entonces me dieron cita a las 12 pm, pensando en que tenía cita para mi primera mamografía de mi vida agendada para hoy a las 9 am. La tenía desde el año pasado. 

Bueno, me dan la cita, y la chica me dice: "le voy a dar la cita, pero la actualización de la epicrisis se la hacen en la dirección médica", y ya para eso eran las 6:45 am... entonces decidí esperar a que abrieran a las 7. Efectivamente, me tomaron los datos, pagué unos timbres y dejé haciéndose la nueva epicrisis. Ese documento es para que me den teclado y silla ergonómica. Ya a las 7:30 am había dejado haciendo esa carta y solicitada mi receta de medicamentos mensual... me sentía GANADORA y PLETÓRICA de tener todo listo tan temprano... ya ahora solamente me tocaba coger la interlínea para irme para el Hospital México. Me sentía tan triunfadora de estar haciendo todo en bus. Inclusive, el tema de la epicrisis, para que me la dieran la primera vez fue una "lucha" de seis meses en la caja, y digo lucha porque era un ejercicio de paciencia: primero el médico general, luego unas placas para descartar, luego la referencia a Fisiología, luego que me vieran y me mandaran exámenes de los nervios para descartar afectación (sentía la mano adormecida la mayor parte del día y un hormigueo en el cuello). Sentía que esa prueba de paciencia de esa época había valido la pena y me había dado frutos porque ahora ya era todo mucho más rápido y sencillo (igual son 22 días hábiles de tiempo de respuesta, léase correctamente un mes, me pidieron que recogiera el 20 de septiembre). 

Entonces cogí la interlínea y llegué al hospi a las 8:30am... qué maravilla! No podía ser mejor organizada, previsora... WOW. Hago la fila y hay una señora adelante mío y le veo una hoja en las manos y sentí un escalofrío que me recorrió la espalda... no andaba la referencia médica... Sintiendo que el mundo me sonreía, me acerqué a la recepción y le dije al funcionario: "tengo cita a las nueve, pero no ando la referencia... igual me pueden atender?" a lo que me responde muy amablemente que no, que sin eso no me podía pasar. 

Empecé a tratar de "resolver": "puedo ir a traerla y me pasa, muchacho? vine temprano y todo"... "puede venir pero ya sería a esperar campo de ausente". Todavía positiva llamé a un amigo que vive cerca del hospi y me llevó a mi casa y nos devolvimos... la vuelta nos tomó 45-50 min. Cuando llegué a las 9:20, entrego la referencia y me asignan el número dos de que ya había alguien esperando un campo de ausente. 

A las 10:15, que fue a la hora que me dijo que le preguntara, pues le pregunto y nos dice: "ya vinieron todas las personas de las 10, ahora sería hasta las 2:15 pm, si gustan se van a comer y regresan". Muy resignada, frustrada, me levanté para ir a comer y esperar esas cuatro horas... me empezó a doler la cabeza de pensar estar ahí... y en eso me dije: "porqué quiero esperar? porqué tiene que ser HOY? Yo no tengo antecedentes familiares, ni un diagnóstico o algo parecido que me demande quedarme aquí". Me devolví y le pedí que me diera la cita para cuando hubiera campo... mi nueva fecha de mamografía es el 9 de julio de 2025 😅

Me dieron ganas de contarles esta historia... cuando llegué a la casa, porque tenía el día completo para esto, me dediqué a armar una presentación y hacer unos documentos... fui productiva todo el día porque me "pide flexibilizar". Talvez habrán personas que no entienden el GRAN LOGRO que es poder soltar algo en la cabeza de una persona que no se permite errores... pero milagrosamente, no sólo me pude concentrar, si no que también no me acordé en todo el día de mi olvido, hasta que llegué a la tarea de hoy que era escribir esta entrada... 


Todo es perfecto y correcto, en el aquí y en el ahora.


Por lo que fue, es y será, GRACIAS.

martes, 20 de agosto de 2024

Día de las Madres

 Desde hace un par de años escribir acerca del día de la madre me resulta contradictorio. No por nada malo, digo Yo, pero porque mi relación con la maternidad a sido ambivalente. Mis hijes son mis amores, por supuesto que los amo con locura, de eso no cabe ninguna duda. Pero el planteamiento que tengo frente a la maternidad se ha transformado conmigo a través de los años. 

Fui una madre muy joven, tenía 19 años cuando Ignacio nació. Recuerdo la burbuja emocional en la que una se hunde… es hermoso descubrir a esa personita, su personalidad, sus rasgos físicos parecidos a una misma, y de paso al papá. El olorcito de bebé (en serio, si existe). Yo, que pude dar de mamar, verles crecer, engordar y sentir orgullo porque, adicional a haberlos gestado, los engordas con tu leche. Se siente una poderosa al descubrirse hembra mamífera. 

Cada que escribo acerca de esto y de muchas cosas, pienso: “para MI”, porque sé que hay muchas mujeres que ese proceso no lo disfrutaron, ni lo recuerdan con cariño… y eso ESTA BIEN también. 

Pero sí, Ignacio iba creciendo, y con él, los diferentes retos que como madre me enfrentaba. Cuando lo tenía de días de nacido pensé: “esto es muy fácil, no entiendo porque la gente se queja tanto”; poco sabia Yo que ser madre era más que darle de mamar a mi hijo recién nacido y ponerlo a dormir en las noches; que era mucho más que cambiarle el pañal cada vez que se hiciera caquita. Yo no sabía que cuando una se convierte en madre, se llena de miedos y de amor, una combinación que solo se traduce en instinto... de la mano de los hijes comienza el nacimiento de una nueva mujer, más sabia y conectada, más consciente. 

Tampoco entendía nada del amor que a una la embarga cuando le nacen los hijos: olerlos, reconocerse en su rostro, oírlos, es una sensación como de que explota el pecho; Yo pensaba que no podría amar a nadie *NUNCA* como Yo amaba a Ignacio. Sin embargo, otro hijo llegó, Javier y con él aprendí que sí, por más trillado que suene el amor si se multiplica. Ahí estaba ese bebito diminuto y Yo sentía que el pecho me explotaba, ya no amaba a uno con locura, era a dos y con esa sensación de amor se acrecentó mi capacidad de darme, de transformarme, de trascender, de amar. 

Con todo esto, Yo sentía que me llamaba un bebé más y recuerdo pedirlo con vehemencia; no pedía una o un bebé, solamente me colocaba la mano en el vientre y soñaba con un embarazo... anhelaba una maternidad más. Recuerdo que cuando me di cuenta de que Julia venía me invadió una sensación que no sé explicar: una combinación entre plenitud y gozo. Cuando nació pensé en que aquello era un sueño del que no me despertaba... ahí estaba aquella bebé que Yo sentía, venía a completar mi familia, aquella sensación de que me faltaba algo se llenaba con esa pelotita que tenía en mis brazos.

También pienso que las maternidades están llenas de incongruencias invisibilizadas e innombrables. No hay derecho. El cansancio extremo, la sensación de fracaso: nunca sabes si lo estás haciendo bien, y sólo toca confiar; el abandono de la sociedad, la ausencia de tribu, los pezones rotos, las panzas que cuelgan y las tetas llenas de leche... el duelo del cuerpo que tuve y del que tengo. El arrepentimiento, porque SÍ, habemos quienes nos arrepentimos porque sentimos que era DEMASIADO y que de haber imaginado lo que iba a ser, de repente no lo hubiéramos intentado. No importa cuando planeé y anhelé a esos bebés. La culpa, culpa por arrepentirse, por reclamar, por insatisfecha... por el niñe que llora y del que deseamos descansar, pero que, si lo hacemos, nos sentimos culpables también. Y allá, al fondo, por el otro lado: el amor, la dulzura, las risas... los cuentos, las historias... los despertares, los aromas de bebes, las frases divertidas que no se olvidan y trascienden la edad de las crías; las miradas de amor, los: "gracias, mami", cuando limpiamos moquitos, o servimos un platito de comida... un abrazo sentido cuando finalmente ese niñe corre a tus brazos después de un día duro o el: "te amo, mami", con ojitos llenos de sinceridad; todo eso de lo que también están llenas las maternidades... generando contradicción, la relación de amor y odio.

Ser la madre de mis hijes me llevó por un camino incierto que me ha dado grandes alegrías y desde ese lugar hoy *y siempre* le deseo a todas las mujeres del mundo que sus maternidades de críos, proyectos, trabajos, sueños y todo lo que puedan concebir en su mente y lo materialicen en su realidad, sean deseadas, anheladas; que les realicen, que cuando vuelvan su mirada atrás puedan sentir plenitud y agradecimiento por el camino andado; muy especialmente le hago reverencia a las madres de pequeños humanos, en este contexto de hoy, criar niños es de valientes y ante ustedes me inclino por su entereza de asumir esa gran responsabilidad de criar mujeres y hombres de bien.

¿Se llega a estar en paz con la maternidad? ¿Pasa por la capacidad adquisitiva y sentirme segure en las necesidades primarias de mis hijes? ¿O es acerca de mí misma y de mi proceso de transformación personal? ¿Los famosos acuerdos con los que nos elegimos con nuestros hijes antes de encarnar? No tengo idea aún. Sé que hay días en los que me levanto sintiéndome satisfecha y feliz de lo logrado. Ver a mis hijes hoy y sentir que todo está bien, que todo es perfecto y correcto. Nacho viajando y siendo independiente y autogestionado. Mis hijes menores aún creciendo, pero con la certeza de que un día a la vez. Que la maternidad, como otras tantas cosas, es una carrera larga, una maratón que corremos a ciegas… tirando semillas por aquí y por allá, con la fe y la esperanza de que germinen en hermosos árboles con frutos dulces.

Pero no, no digo feliz día de la madre porque no importa cuanto tengan romantizada su relación con su propia madre, hay malas madres por ahí... las tóxicas, narcicistas, egoístas, que no pudieron nutrir a sus hijes por sus propias carencias, porque tenían que cumplir y parir les hijes de la pobreza... los del patriarcado. O las que no lograron cumplir con los estandares de maternidad impuestos... las abandónicas... Esas madres aún duelen en el alma; no, no todes pueden desear ni tener un feliz día de la madre.


martes, 13 de agosto de 2024

El tren de pensamiento

El gran conflicto con el que me enfrente a la hora de reconstruir mi capacidad de creer en **algo**, fue en el de aprender a creer sin dogma. Qué es el dogma, dirán ustedes?, pues es el grupo de creencias de carácter indiscutible y mandatorio para los seguidores de cualquier **religión**. Yo necesitaba fervorosamente creer que alguien podía lo que Yo no, para poder iniciar el camino hacía la sobriedad, nos dicen en el programa de los doce pasos para los hijos adultos de los Alcohólicos Anónimos. Poder abandonar mi necesidad de control en el seno de alguien o algo, para poder entonces Yo enfocar mi atención y acciones en lo que sí podía hacer con mis propias manos, lo que sí podía controlar. 

En el programa nos enseñan a vivir el día a día, hora a hora, minuto a minuto y así sucesivamente. A entender que respecto del pasado ya nada se puede hacer, excepto enmendar, y que respecto del futuro nada se puede hacer, excepto confiar, confiar en el aquí y en el ahora. Entonces, dicho eso, rendirme a mi pequeñez humana ha sido un camino lleno de altibajos: desde aceptar que mis hijos, LOS TRES, viven con sus padres, hasta la relación de mis padres... NADA puedo controlar, excepto mis pensamientos y bueno, qué tarea más difícil... es absolutamente retador controlar los pensamientos, pues porque para eso, tengo que primero tomar conciencia de ellos. Qué pienso? qué me digo cada minuto del día? Con qué tono? Ese primer paso es agotador, no que los demás no, pero detenerse en cada momento en el que realizamos que estamos teniendo una charla mental para "ver" qué es lo que nos estamos diciendo no es sencillo, pero es necesario. Una vez que una logra "detenerse", detenerse en el hecho de que "estoy pensando esto...", "me acabo de decir tal cosa...", el siguiente paso es detener el tren de pensamiento (como el de Intensamente), y sustituir el discurso. 

Cuando empecé este trabajo me dieron un mantra, uno para que cada vez que me diera cuenta que me estaba diciendo las cosas tan horribles que me decía: "sos la peor mamá tus hijos te odian; obvio que no están con vos porque están mejor sin vos; sólo para hacerlos sufrir servís; sos una necia, la más intensa, la que más cansa..." y podría seguir... he descubierto en estos años que no hay palabras mas crueles que las que nos decimos a nosotras mismas. Pero bueno, el mantra dice: "todo es perfecto y correcto en mi mundo" o "estoy bien, estoy a salvo, en el aquí y en el ahora". Ambos mantras tienen la misma intención, redirigir la atención de la mente a otra cosa, la que sea. Cada vez que me descubría recordándome lo mala mamá que era, lo mucho que no sabía cuidar a mis hijos y lo mucho mejor que estarían sin mí... si Yo no estuviera, si Yo me muriera... me detenía de golpe, llorando, a decir en voz alta esos mantras... Unas veces si me daba cuenta y otras no... pero nunca dejé de hacerlo cada vez que me daba cuenta. 

Y como con el concepto del interés compuesto, un día sí y otro también, ahí iba Yo, deteniendo como con freno de mano en una bajada el carro sin control y a gran velocidad...: "todo está bien en mi mundo, estoy a salvo, todo es perfecto y correcto". Notarán que es ligeramente diferente, no pasa nada, la forma es diferente, pero el ejercicio es el mismo. 

Tengo una maestra que me decía: "Antonella, a la mente como un perro (y tiraba el brazo de lado, como dando una orden) "CÁLLESE"". La mente está para trabajar PARA mí, no en mi contra. 

Tomemos control de nuestros pensamientos, un día a la vez, una hora a la vez, un pensamiento a la vez... hasta que se nos haga costumbre hablarnos bonito. Desarrollemos perseverancia, determinación y un inquebrantable compromiso con nosotras mismas al punto de que si no pudimos hoy, lo volvemos a intentar al día siguiente, con fe.

Por todo lo que fue, es y será, gracias. 

martes, 6 de agosto de 2024

Cuesta arriba

 Viene el día de la madre y con él, la ambivalencia de la celebración de un evento que no debería ser algo que hagamos UNA vez al año, y la evidente sensación de sentirse una festejada. 

Hoy me levanto con una sensación de tristeza. No se escribe cuando nos sentimos bien únicamente... no, escribimos para gestionar nuestras emociones... para poder acomodarlas por dentro y entonces que haya calma y paz, en la medida de lo posible. 

Escribir es una de las herramientas que, a través de los años, aprendí a usar para surfear el mundo. Desde niña se me daba bien, dicen que es heredado. Cuando digo que se me daba bien me refiero a que nunca me costó sentarme a hacerlo. Pero no porque se me da bien, es entonces fácil. Es diferente aunque no lo parezca. 

Podemos grabarnos haciendo un descargo, ya sea en un chat de WA con nosotres mismos, o podemos grabarnos con la herramienta del celular y permitirle al cerebro inundarse con la sensación de que "dijo lo que tenía que decir", de desahogo. El cerebro no distingue entre la realidad y la fantasía. En el cerebro lo que "sucede", ya sea a través de un pensamiento o porque estamos viviendo una experiencia, ES REAL. Así de poderosa es nuestra mente. Podemos pensar o recordar en un evento y, si el mismo no está "resuelto", podemos desatar en el cuerpo una reacción química igual a la que vivimos en ese momento... puede ser que nos sude las manos, que se nos acelere el corazón, que sintamos el vacío en el vientre... porque para el cerebro, lo que está sucediendo es real, entonces reacciona como si lo fuera. Esto aplica tanto a eventos felices, llenos de gozo, como a los eventos que nos causaron un dolor o una tristeza. 

Todo esto lo comento no sólo como una forma de ayudarles a entender el gran valor que nos aporta "sacarnos cosas de la cabeza" a través de un rato escribiendo, ojalá a mano para que el cerebro aproveche más el ejercicio; si no también porque tenía un tema completamente diferente planeado para la entrada de esta semana... pero voy a aprovechar este momento para gestionar un poco del dolor interno que ando por dentro. 

Mis hijos son mis amores, los tres... sin excepción. Sus vidas, cada una con su originalidad y particularidad, ha traído a la mía un sin fin de aprendizajes que eran nuestros acuerdos, los de cada uno de ellos conmigo. Que Yo tenga convicción a la hora de entender el porqué, en una perspectiva más amplia a la hora de racionalizar que no vivan conmigo es una cosa, pero que no me duela es otra. Los extraño cada día de mi vida. Los pienso todos los días al levantarme, al comer y al acostarme. SIEMPRE. No tener una relación "cercana" a ellos, una como las que pintas en redes sociales (sí, mea culpa, esos contenidos me salen en mi "feed" y estimulan la comparación de mi vida con la de los anaqueles que veo), es doloroso. No siempre al mismo nivel, ni tampoco todos los días. Unas veces me recuerdo (y convenzo) de que todo es una farsa y que no hay relaciones sin retos, que eso es mentira. Pero otras, como hoy, me digo que quisiera tenerlos conmigo, que viviéramos juntos, que pudiéramos conversar, desayunar juntos, ver pelis... filosofar... llevarlos, traerlos... todo... cumplir con el role de madre que socialmente se espera. Pero no, a mí me tocó otra cosa. Tenerlos largo, despedirme de ellos sabida de que los veo de nuevo en 15 días (a los menores), al mayor ya tengo un mes de no verlo y va a estar fuera del país hasta septiembre. 

En la utopía que la cultura capitalista y patriarcal han construido en mi cabeza, no peleamos... soy la madre nutricia que no tiene discusiones con ellos. La que les habla y ellos "obeceden", que escuchan con atención y que es importante en sus vida... que esa importancia se manifiesta como un canal de comunicación constante que nos mantiene conectados. Luego viene la realidad... y me recuerdo que nuestras almas van más allá de esta experiencia corpórea. Que vivimos conectados, que ellos vivieron en mí... que el amor trasciende barreras de espacio y tiempo.... y bueno, no se me pasa el dolor, pero me siento mejor. 

Cuesta arriba porque, como decimos en el programa de los 12 pasos: un día a la vez, en el aquí y en el ahora... dando gracias por lo que es, y por lo que no también. Cuesta arriba porque hoy siento el vacío muy fuerte, profundo... como creciendo en mi Anahata y moviéndose hacia los lados... extendiéndose por mis extremidades... creciendo con cada inhalación e invadiéndome con cada exhalación. 

Respiro la tristeza, recordándome que soy más que lo que ven mis ojos... que aquello que mi cuerpo puede sentir... que ellos y Yo escogimos este camino y que, aunque Yo no lo entienda, solamente me toca confiar en él. 

Por todo lo que fue, es y será, gracias.