En la era de la información, de la digitalización, la satisfacción, la generación de placer a través de los logros se ha perdido "de a pocos". Me incluyo en esta tendencia. La realidad con la que nos enfrentamos post pandemia, no que antes no pasara pero si, el mundo cambió y si antes éramos felices dando un click para pedir comida, o para mandar a traernos cositas por Amazon (recuerdo sentir que cada que hacía un pedido era navidad), nos genera un golpe de felicidad **inmediato**; es que ahora más que nunca tenemos oportunidad de engañar al cerebro a través del "scroll continuo", de consumir nada más titulares, no leer las noticias completas, o hacer verdaderos análisis de la información que estamos accesando.
Cuando pienso en estas cosas, pienso en mi papá y cuando yo era una adulta joven en sus veintes, y de como se quejaba de que "los jóvenes de ahora no saben lo que es..." y Yo con lo ojos vueltos para arriba del cansancio que me daba aquella jetera. Hoy, con 42, me identifico tanto con esa afirmación. Comenzando porque la entiendo... pienso en que yo viajé por primera vez de 15, cuasi 16 años. Mi hija menor tiene pasaporte desde los 3 meses y su primer viaje fue de 7 meses a México. Pienso que, en mi caso, pues mucho del discurso de la inversión del tiempo y del dinero de mis padres se daba alrededor de la educación, cosa que evidentemente dió maravillosos frutos. Pero en retrospectiva, pues no, tampoco fue como que mis papás se dedicaron a ofrecerme una perspectiva de la construcción de un deseo, de esforzarme a ello, de lograrlo... de la satisfacción de eventualmente conseguirlo y poder hacer una revisión sobre lo logrado. Hoy creo que es una experiencia que hubiera agradecido mucho, pero como no la tuve, me tocó aprenderla por las muy malas.
Yo no aprendí a ahorrar, ni a proyectar... no sabía que no sabía. Hoy sé que vivía mucho al día y sumida en una ola circunstancial que, como la tormenta perfecta, a través de estar en el lugar momento, en el momento correcto, formé parte de la fuerza laboral que inundó esté país para la década de los 2000's. Éramos un montón de profesionales recién egresados que ingresamos a trabajar a las transnacionales que estaban abriendo sus centros de servicio en Costa Rica, con salarios muy por encima de la media para la época. en cuestión de 8 años éramos como una nueva clase media alta, eso sí, completamente dependiente de sus salarios, sólo que de nuevo, no lo sabíamos. Digo esto porque nuestras personalidades terminaron de adultecer a través de estas posiciones de poder de las que gozábamos en nuestros trabajos. De repente no hay que generalizar, pero observo con detenimiento y quietud aquella época y me pregunto si así era la vida de nuestros padres cuando pertenecían a la fuerza laboral en un mundo **NO** globalizado. Digo dependientes porque al tener la idea de que éramos gente de plata, pocos estaban pensando en un futuro que sí podía desaparecer. Talvés solamente me pasó a mí, porque decidí bajarme de aquella ola para tener hijos... mis amigues continuaron y luego me di cuenta de que no eran mis amigues. Parte de mi personalidad forjada en ese ambiente era creer que lo eran. Pasábamos la mayor parte del día juntos, de día y de noche, cubriendo otras zonas horarias desde Costa Rica, acercándonos de a pocos a la globalización, de nuevo, sin saberlo. Nos comunicábamos con personas en Europa y en Asia y forjábamos relaciones con ellas y luego les íbamos a visitar, o venían de visita a nuestro Centro.
Yo me bajé a "arreglar" mi maternidad. Cuando decidí casarme con el papá de mis hijes menores, conversamos abiertamente al respecto de si queríamos tener hijos, cuántos... y le dije que yo quería quedarme en la casa para criarlos. Al menos durante un tiempo.
No creo que alguna persona en el mundo se case creyendo que se va a divorciar, o que esa posibilidad es real, no al menos a nuestro nivel. De repente por eso hay acuerdo prenupciales en otras esferas sociales.
Cuando llegó el momento, lo hice, redacté mi carta y fui a dejarla después de que nació mi hijito. Me fui para mi casa a vivir la vida que había elegido libremente y de la que no tenía ni idea de cómo era... no se me ocurrió pensar en cómo había sido la vida de mi madre, completamente dependiente de mi papá... porque eso fue lo que pasó: me convertí en una dependiente de mi esposo, completamente. Para comer, para vestir, para salir, para tomar desiciones... No sabía que pasaba a tener que verificar todo con él, que de fondo era como pedir permiso.
El divorcio vino y con él, la realización de que había construido una vida en la que no era dueña de nada... la casa a nombre de una sociedad, el carro a nombre de él, las empresas en sociedades... recuerdo tomar esas desiciones pensando en proteger el patrimonio que habíamos construido (when there was a we). No tenía "ni un cinco" decimos en Costa Rica, para enfrentar el mundo a mis 37 años. Cómo enfrentar aquella crisis en la que me estaba quedando sin un lugar dónde vivir, con qué comer. Yo tenía mi título, pero fijense que yo no me pude reinsertar en el mercado laboral en el que estuve... pasé meses buscando trabajo para poder al menos, reiniciar... nada. Me tocó aceptar un trabajo como agente de servicio al cliente. Yo nunca había hecho eso en mi vida... no hay cosa más horrible y más mal pagada, simplemente no lo saben.
Muchos de mis congéneres me cuestionaban ante mis quejas, de que los Call Centers eran una gran fuente de empleo... claro, pero igual mal pagada e infravalorada...
No me quiero desviar mucho, eso me es muy fácil... pero para poder sobrellevar esa crisis, unos amigos aceptaron darme un cuarto para vivir yo mientras ponía mi apartamento. Nunca podré agradecerles los suficiente lo que hicieron por mí. Pero igual, eso no evitó que me tuviera que endeudar, y mucho para poder poner mi apartamento. Estaba viviendo la crisis de la mediana edad sin un cinco para enfrentarla. No tenía control sobre mis emociones, seguramente de naturaleza, pero tampoco había tenido buenos ejemplos en todo caso, y por tanto, gobernada por ellas como estaba, tomaba mala decisión tras mala decisión, especialmente con la plata.
Hoy es otra cosa, pero tuve que tocar fondo. Ojalá no tuviéramos que tocarlo para aprender las lecciones... la raza humana es medio masoquista, a puro palo entendemos. No todos, pero la mayoría, y bueno, las mayorías eligen presidentes.
Toqué fondo y empece a subir... a pagar mis deudas, a ahorrar... APRENDÍ a ahorrar... APRENDÍ, si, porque Yo no conocía el aplazamiento de la gratificación. Conocía de darme todos los gustos que quisiera porque podía y porque sí. Pero no el gusto de cerrar un año verificando si había ahorrado lo que me propuse; o si había cumplido metas... porque nunca me había planteado metas en un año. 2022 fue un año transformador, no me reconozco. El sufrimiento perpetuo (de aquella época) de verme sin nada para chinear a mis hijos... porque cuando los chineaba no era con MI dinero, pero el nuestro... que a la hora de repartir, pues era de él y no de nosotros. No me malentiendan, yo renuncié a todo... TODO con tal de que me firmara el divorcio. Como yo habemos muchas, aunque no lo crean.
Luego vino el 2023, un año de transición hacía la mujer que soy hoy y que ya siento que la encarné completamente, aunque hay días en que la veo al espejo, o escucho su tren de pensamiento y lo que me recorre el cuerpo es la sensación del "vacío de conocimiento", como lo he llamado en terapia. Es no saber qué hacer, qué decir, porque aquello que yo sabía y creía que yo era, ya no está y por tanto, tengo que construirlo. Construir lo que hacer o lo que decir para poder seguir viviendo en esta nueva realidad que, habiendo entendido el concepto de "una maratón", no solamente como una meta deportiva, pero como una forma de ver la vida... una forma de desarrollar proyectos, una forma de entender el mundo; se abre ante mí llena de posibilidades. Una vida que me permite planear, construir, desarrollar, crear... creer.
Gracias por la oportunidad de aprender a entender que en la vida hay cosas que valen la pena esperar; como con las matitas cuando las sembramos... las sucus, tan de moda post pandemia... con paciencia, creciendo muy lentamente, hasta que un buen día... amanecen con una hermosa flor que nos recuerda que el tiempo es una ilusión y que estar en el aquí y en el ahora es una gran victoria, DIARIA.
Por lo que fue, es y será, GRACIAS.